martes, 2 de noviembre de 2010

Memorias

Memorias de Patsy
No, no es que quisiera serlo; no, no lo pedí, ni siquiera me lo había planteado, ni
sabia que pudiera existir. Simplemente lo soy. No digo que me guste, ni mucho
menos que me disguste, es sólo otra forma de vida que a mí me llego como un
regalo de la muerte, una segunda oportunidad para vivir.
Por supuesto que me gustaba mi vida, aunque he cometido errores. Pero tenía
una vida sencilla, una buena familia; mi padre no ganaba mucho, lo suficiente para
mantener a su mujer sus dos hijas y el abuelo, pero él fue quien me enseñó a
adorar la mecánica. Mi madre era profesora antes de nacer nosotras, sus dos
hijas; entonces dejó su trabajo y se dedicó por completo a nosotras, a
enseñarnos a vivir la vida. Eramos una familia irlandesa muy normal, sin
problemas, solo las típicas y pequeñas riñas de familia y alguna pequeña pelea
entre hermanas. Así viví hasta que entré en la universidad. Allí encontré a mi
primer amor, una chica de mi misma edad; yo entraba en primero de ingeniería
técnica, ella en primero de derecho, las dos estábamos preparando la matricula
en la cafetería principal; se me acercó, me preguntó si podía ayudarla, vio que yo
también era nueva y nos ayudamos preparar las matriculas. Ahí empezó nuestra
bonita amistad, que llegaría a más a medida que avanzara el curso.
Su padre era un borracho, un cabrón que pegaba a su madre y a ella; ese fue su
motivo para meterse a derecho: quería denunciarlo y que no pudiera defenderse.
Pero no le dio tiempo: mató a su madre y desapareció, desapareció dejando a
Rachel sola, completamente sola. Sólo me tenia a mí, y yo me volqué por completo
en ella. Eso a mis padres no les hizo mucha gracia, decían que no me dejaba vivir
mi vida; yo no les hice caso, nunca habían aceptado mi relación, no les gustaba mi
novia, yo creía que no aceptaban mi condición de bisexual (con el tiempo me di
cuenta de que no era eso, pero fue tarde). Discutí montones de veces con
ellos por ella, y aunque no les gustaba me respetaban y aceptaron que viniera a
vivir con nosotros. Al final no fui yo quien discutió con mis padres fuertemente
sino Rachel, y después de eso la convivencia se hizo insoportable así que
decidimos irnos de casa y buscar nuestro nido de amor. Mis padres, incluso mi
abuelo (que nunca se metía en nada) me suplicaron que no me fuera, que esa no
era la solución; pude convencerlos porque mi hermana me ayudó pese a que ella
tampoco quería que me fuera, los convencimos diciendo que iría siempre que
pudiera a verlos y mínimo una o dos veces por mes. Los primeros meses solas
fueron muy bien, pero Rachel perdió su trabajo y empezó a cambiar. Con ello
empezaron las discusiones, los insultos por su parte, pero yo la amaba, estaba
segura que sólo seria una racha, pero empezó a beber mas de la cuenta y yo me
había ido de casa por ella; ahora me necesitaba más que nunca, no podía
separarme de ella. Empezó a insultarme y humillarme delante de sus amigos.
Poco a poco fue a más. Jamás pensé que llegaría tan lejos, pero el infierno, el
verdadero infierno, llegó cuando empezó a pegarme.
Fui reduciendo las visitas a casa de mis padres porque ellos notaban que algo
pasaba. Al final fue ella quien me prohibió ir a verlos, mis padres hacían todo lo
que podían por ayudarme pero yo no aceptaba su ayuda, la situación se hizo tan
insoportable... yo quería huir, pedir ayuda, pero no podía, no sabia qué hacer. Al
final me decanté por una locura: me apunté a aikido para defenderme de Rachel.
Fue una locura, jamás le pegué o le puse una mano encima, pero fue la mejor
locura que pude hacer: el tiempo que me sobraba entre trabajo y universidad lo
pasaba en aikido, apenas tenía tiempo, pasaba todo el día fuera de casa, fui
conociendo gente nueva y casi no coincidía con ella. No por ello dejo de pegarme,
las palizas no cesaron, pero cada vez me veía menos y no tenia tiempo para
pegarme. Entre la gente nueva y el no verla pude alejarme de ese infierno por
fin. Ya no quería a Rachel, ni siquiera la odiaba, sentía pena, se había convertido
en su padre. Un buen día hice mi maleta: volvía a casa. Llevaba mucho tiempo
meses sin hablar con mi familia, sin saber nada de ellos, pero sabía que me
acogerían con los brazos abiertos. Ella me pilló cuando estaba casi terminando;
se puso histérica y estaba dispuesta a pegarme la ultima paliza. No me defendí,
no le pegué, sólo pare los golpes y la eché de la habitación. Daba puñetazos y
pateaba la puerta. De golpe, cuando ya tenía la maleta hecha, hubo silencio. Salí
de la habitación. Ella estaba en la cocina, cogió un cuchillo y me amenazó con
matarse mientras yo pasaba de largo hacia la puerta. Fui cruel, muy cruel; le dije
que si lo hacía le haría un favor al mundo. Se abalanzó contra mí cuchillo en mano.
Sólo me dio tiempo a cerrar la puerta del piso y ver como el cuchillo atravesaba
la puerta mientras ella gritaba y lloraba como una histérica. Corrí hacia la calle,
cogí el primer taxi hasta la estación de tren, cogí el tren hacia mi casa, allí el
autobús que me dejaba mas cerca y subí la calle hasta mi casa cargada con mi
maleta. Llegue a la puerta de casa de mis padres, aunque tenía llaves piqué.
Abrió mi hermana. No lloró tal cual pero sí recuerdo sus lagrimas caer por sus
mejillas. Mi madre preguntó quién era de fondo. Al ver que mi hermana no
contestaba se asustó y salió hacia la puerta; al verme, no articuló palabra, se
abalanzó sobre mí para abrazarme. Mi hermana reaccionó y nos abrazamos las
tres mientras llorábamos. Creo fue la última vez que pude llorar. Mi abuelo había
salido a comprar un paquete de tabaco para la pipa (nunca se le ha ido el vicio),
mi padre estaba trabajando. Cuando llegó el abuelo mi madre y mi hermana lo
pusieron sobre aviso, está mayor. Yo estaba en la ducha, cuando salí me lleve
una bronca por parte del abuelo y luego un gran abrazo. Mi padre llegó para la
hora de cenar, vio un plato más y preguntó y salí de detrás de la puerta. Fue la
primera vez que vi llorar a mi padre. Volví a casa con mi querida familia y pasé un
año y medio siendo feliz de nuevo.
Empecé a tontear con un chico. Era un cielo y mis padres lo adoraban. Terminé
mis estudios con matrícula de honor. Para fin de curso todas las facultades
hacían el viaje de fin de curso juntos; iban a ir a Italia. Yo no quise ir, ya tenia
que ver a Rachel a diario en la universidad y no quería pasar un fin de curso
viéndola en el hotel, en el autobús y etc, así que acorde con mis padres y
Parker (mi chico) que me iría una semana sola a Escocia para disfrutar y celebrar
mi matrícula de honor. Tenía que ser la mejor semana de mi vida.
No, no fue la mejor semana de mi vida. Allí fue donde me convertí en lo que soy.
Una noche salí a dar una vuelta. Escocia es preciosa de noche. Cuando volvía
para el hotel me crucé con un grupo de hombres. Intenté pasar de largo pero
ellos se fijaron en mí, no era un callejón, ni nada por el estilo, era una calle
amplia que por el día estaba muy transitada; simplemente era tarde, muy tarde,
y la calle estaba desierta. Tenía la esperanza de que en algún momento
apareciera alguien, pero no tuve suerte. Me llamaron y me siguieron, iban a lo
que iban pero me defendí, y me apalizaron. Pensaron que estaba muerta. De
hecho, casi lo estaba. Cogieron mi bolso y salieron corriendo. Noté cómo mis ojos
se cerraban, cómo la muerte me llamaba, cómo alguien, que no consigo identificar,
se acercaba a mí, como una bestia a su presa, y se alimentaba. Sentí paz,
mucha paz. Parecía que me estaba muriendo, estaba casi muerta y de golpe
sentí unos fuertes pinchazos por todo mi cuerpo, empezó a moverse sin que yo
pudiera pararlo, se convulsionaba, me daban espasmos y... y no me acuerdo de
más. No se que pasó en ese tiempo, ni cuanto tiempo fue. Cuando volví a
despertar, tenía sed, muchísima sed. Ya desperté siendo lo que soy. Un hombre
de mediana edad estaba allí conmigo, y me dio la bebida que yo quería, que yo
necesitaba. Me había preparado un par de presas para que saciara mi sed, la
sed la sed de un Vampiro recién nacido. Él fue mi sire, él me lo enseñó todo.
Aunque no fue quien me convirtió, sí lo conocía, pero nunca me ha dicho quién es.
Él me enseño qué soy, a qué clan pertenezco y cómo vivir en este mundo de
tinieblas, él me enseño a ser lo que soy.


Foto echa por mi.
Babetes y llepades!

3 comentarios:

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